viernes, 18 de junio de 2010

El Evangelio Segun Saramago.

Yo sé que vos, José, no tenías ni la mínima intención de ir al cielo. Eras un ateo justificado, un ateo consciente, una persona que me marcó desde la primera línea del primer libro tuyo que leí, hasta la última reciente del último libro tuyo que cayó en mis manos.
Te fuiste sin arrepentimientos, con la conciencia, quién sabe si sucia o limpia, pero tuya.
Algún dios intervendrá, no puede ser que alguien tan grande quepa en el cielo, no, intervendrá, ahora que lo pienso mejor, el Dios de la Literatura, de la Memoria, de la Bondad, de la Conciencia Social.
No has muerto, José. Pasaste a la inmortalidad de una manera sublime.
Filósofo, escritor, maestro.

Mis humildes respetos hacia el descanso de tus huesos y tu alma, que tus obras sin descanso sigan siendo lecciones para todos los que tengan la cabeza lo suficientemente abierta como para comprenderte.

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