miércoles, 22 de junio de 2011

El temor a perderme tus dulces mañanas.


And we're caught up in the crossfire, a heaven and hell...
And were searching for shelter. Lay your body down...

Todo es frágil: tu costumbre de amarme, mi fe, el silencio y la vida que duerme
en un vagón de tren. 
Tu contrato fugaz, la memoria, este hilo de voz, las quimeras que surcan estrechos y este corazón que persigue tu rastro en la alfombra de la habitación.

No es tan frágil el trueno del fusil, el temor a perderme tus dulces mañanas, tanto dolor.
La memoria del banco, el aroma de aceite en el mar, las fronteras de acero para hombres, humo para el capital que regula espejismos y ordena tu necesidad.

Yo soy frágil como un cristal si falta usted a esta cita, mi amor, si el canto se llena de olvido, si el recuerdo se va y ya no ríe conmigo.

Quizá no seamos héroes pero aún seguimos vivos y en la crisálida su voz estallará.
Y no se quedará inmóvil al borde del camino y hará futuro su fuerte fragilidad.

Es tan frágil el abrazo del mundo y su paz, la promesa desde la tribuna y su empeño por perdurar. Soberbio y resistente es el grito del miedo anunciando el final
y la noche que escupen al cielo tantas chimeneas, los disparos de nieve, el rugido de las bayonetas.

Quizá no sea tan frágil tu costumbre de amarme, mi fe, tu voz y tu memoria.
¿Sabes?, quizá me equivoqué.
Quizá no sea indestructible el trueno del fusil, tanto dolor, la burbuja que encierra este grito y este temor a saberme perdido, a perderte y perder la razón.

Yo soy frágil como un cristal si falta usted a esta cita, mi amor, si el canto se llena de olvido, si el recuerdo se va y ya no ríe conmigo.
Quizá no seamos héroes pero aún seguimos vivos y en la crisálida su voz estallará.
Y no se quedará inmóvil al borde del camino y hará futuro su fuerte fragilidad.



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De manera que llegado el día, no ha de faltar un hombre que me ame de sobra para despertarme de amor cuando me haga la dormida, para que tumbe la puerta del baño cuando lo esté haciendo esperar demasiado, para que no le asuste ser vampiro en una que otra luna, y que sea capaz de serlo donde sea y como sea y no siempre en la cama como los muertos. Un hombre que no deje de hacerlo conmigo porque se imagina que no quiero, sino que me obligue a querer hacerlo aunque yo no quiera, a todas horas y en cualquier parte, como sea y por donde sea, debajo de los puentes, en las escaleras de incendio, en el retrete de un avión mientras el mundo duerme en medio del Atlántico, y que aun en las tinieblas exteriores o en los finales más ciegos sepa siempre que soy yo la que está con él, y que soy yo y ninguna otra la única que fue mandada a hacer sobre medidas para hacerlo feliz y ser feliz con él hasta la puta muerte.



-Grabriel García Marquez.
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miércoles, 13 de abril de 2011

O'hana means family...

Asi fue, se consumió debajo de las llamas de este amor correspondido pero no deseado.
Se había enamorado de el como una se enamora del destino qe le toco o del peinado de una actriz. Se enamoro de sus ojos azules, se enamoro de su pelo castaño y sus dientes perfectos. Se enamoro de los brazos fuertes y de las palabras lucidas pero faltas de significado.
Se enamoro de su foto.
El, en cambio, se enamoro del color de sus palabras, de su aroma, de sus ojos tibios, de sus brazos delicados y limpios, de sus níveas manos, de su mirada infinita, de sus uñas, de su corazon.
E intentó conquistarlo.
Sabía qe ella no era, en el fondo, de las clasicas mujeres qe se enamoran del qe esta de moda. Muy en el fondo, no lo era.
Asi qe entre el espacio qe le permitían las giras, las sesiones de fotos, los autografos y los besos, él intento conquistar su corazon.
Lo intento con una cancion qe hizo llorar a doce millones de chicas como ella. El tema paso de moda y nadie mas lloro.
Trato de conseguir un meet and greet para ella. Peor lo unico qe consiguio fueron espasmos, darle un autografo y lagrimas.
Y su telefono.
La llamo, otra vez espasmos, sollozos.
Decidio alejarse del especaculo para estar con ella.
Cuando la llamo, dos meses despues, ella no se acordaba qien era.
Era fanatica de otro cantante. Había reemplazado sus posters por los de otra boyband.
"Pasaste de moda" le dijo. Y colgo.
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Oh, isn't this exactly where you'd like me

I'm exactly where you'd like me.
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miércoles, 30 de marzo de 2011

Noches milongas, historias de cuerdas que hablan.

El mundo es una pesadilla y yo he sido tan feliz, el mundo se derrumba y gira... Pido disculpas por vivir.

La pupila archivó un semáforo en rojo, una mochila, un Peugeot y aquellos ojos miopes; y la sangre al galope por mis venas, y una nube de arena dentro del corazón.

Más garúa, más te extraño, arrodillado en mi boca, nunca juego bien esta historia, del tipo “Buen Perdedor”
Y no puedo respirar, tengo cuarenta mil de fiebre, un minuto antes de dejar de quererte... Y me duele la ciudad y tengo un acorde entre los dientes, un minuto antes de dejar de quererte.

A veces pasa que la fiebre sube misteriosamente y se retira sin razón, como toda aparición.

Antes de cruzar por tu futuro mirá hacia ambos lados: me estás dejando atrás.

"Vamos princesita, conocemos el cuento: somos leña mojada, se nos vino el invierno; así que vamos mi amor, ahorrémonos este olor a velorio y tanta caricia seca... Me llevo las mejores noches y un vino a medio tomar, es muy larga la ruta del desengaño y siempre hay a mano con quien brindar."

Con el descubrí que hay amores eternos que duran lo que dura un corto invierno.


Ojos que aprendan a mirar, labios que quemen, sabios que enseñen a besar, delirium tremens.

Por eso sé que perderte no era quedarse sin nada, la muerte es sólo la suerte con una letra cambiada.

Labios de papel de fumar, sabios que no saben nada, pétalos de flor de hospital, telarañas amotinadas...
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lunes, 24 de enero de 2011

El país de la Geometría

Había una vez un amplio país blanco de papel. El Rey de este país era el Compás. ¿Por qué no?
El Compás. Aquí viene caminando con sus dos patitas flacas: una pincha y la otra no.
Jo jo jo jo jo,
una pincha y la otra no.

El Rey Compás vivía en un gran palacio de cartulina en forma de icosaedro, con dieciocho ventanitas.

Cualquiera de nosotros estaría contento en un palacio así, pero el Rey Compás no. Estaba siempre triste y preocupado.

Porque para ser feliz y rey completo le faltaba encontrar a la famosa Flor Redonda.

Jo jo jo jo jo,

sin la Flor Redonda no.

El Rey Compás tenía un poderoso ejército de Rombos, una guardia de vistosos Triángulos, un escuadrón policial de forzudos Trapecios, un sindicato de elegantes Líneas Rectas, pero... le faltaba lo principal: ser dueño de la famosa Flor Redonda.

El Rey había plantado dos Verticales Paralelas en el patio, que le servían de atalaya. Las Paralelas crecían, crecían, crecían...

Muchas veces el Rey trepaba a ellas para otear el horizonte y ver si alguien le traía la Flor, pero no.

Había mandado cientos de expediciones en su búsqueda y nadie había podido encontrarla.

Un día el Capitán de los Rombos le preguntó:

–¿Y para que sirve esa flor, señor Rey?

–¡Tonto, retonto! –tronó el Rey–. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor!

El Capitán Rombo, con miedo de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por el marco de la puerta.

Otro día el Comandante de los Triángulos le preguntó:

–Hemos recorrido todos los ángulos de la comarca sin encontrarla, señor Rey. Casi creemos que no existe. ¿Puedo preguntarle para qué sirve esa flor?

–¡Tonto, retonto! –tronó el Rey–. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor!

El Comandante de los Triángulos, temeroso de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por una de las dieciocho ventanas del palacio.

Otra tarde la Secretaria del sindicato de Líneas Rectas se presentó ante el Rey y tuvo la imprudencia de decirle:

–¿No le gustaría conseguir otra cosa más útil, señor Rey? Porque al fin y al cabo, ¿para qué sirve una flor?

–¡Tonta, retonta! –tronó el Rey–. ¡Solamente las tontas retontas preguntan para qué sirve una flor!

La pobre señorita Línea, temerosa de que el Rey la pinchara, se escurrió por un agujerito del piso.

Poco después llegaron los Trapecios, maltrechos y melancólicos después de una larga expedición.

–¿Y? ¿Encontraron a la Flor Redonda? –les preguntó el Rey, impaciente.

–Ni rastros, Majestad.

–¿Y qué diablos encontraron?

–Cubitos de hielo, tres dados, una regla y una cajita.

–¡Harrrto! ¡Estoy harrrto de ángulos y rectas y puntos! ¡Sois todos unos cuadrados! (Este insulto ofendió mucho a los Trapecios).

–¡Estoy harrrto y amarrrgado! ¡Quiero encontrar a la famosa Flor Redonda!

Y todos tuvieron que corear la canción que ya era el himno de la comarca:


Sin la flor redonda no.

Jo jo jo jo jo.


Los súbditos del Rey, para distraerlo, decidieron organizar un partido de fútbol. Las tribunas estaban llenas de Puntos alborotados. Los Rombos desafiaban a los Triángulos.

En fin, ganaron los Triángulos por 1 a 0 (mérito singular si se tiene en cuenta que la pelota era un cubo). El Capitán de los Rombos fue a llorar su derrota en un rincón.

El Comandante de los Triángulos, cansado y victorioso, se acercó al Rey:

–¿Y? ¿Le gustó el partido, Majestad?

–¡Bah, bah!... –dijo el Rey, distraído, siempre con su idea fija–. No perdamos tiempo con partidos; mañana salimos todos de expedición.

–¿Mañana? Pero estamos muy cansados, señor Rey. El partido duró siete horas; usted no sabe cómo cansa jugar con una pelota en forma de cubo.

–Tonto, retonto, mañana partimos.

A la mañana tempranito el Rey pasó revista a sus tropas. Había decidido salir él mismo a la cabeza de la expedición. Rombos, Cuadrados, Triángulos, Trapecios y Líneas Rectas formaban fila, muertos de sueño y escoltados por unos cuantos Puntos enrolados como voluntarios.

Allá se van todos, en busca de la famosa, misteriosa y caprichosa Flor Redonda.

La expedición del Rey Compás atravesó páginas y cuadernos desolados, ríos de tinta china, espesas selvas de viruta de lápiz, cordilleras de gomas de borrar, buscando, siempre buscando a la dichosa flor.

Registraron todos los ángulos, todos los rincones, todos los vericuetos, bajo el viento, la lluvia, el granizo y la resolana.

–Me doy por vencido –dijo por fin el Rey. Quizás ustedes tenían razón y la dichosa Flor Redonda no exista. Quizá no eran tan retontos como yo pensaba. Volvamos a casita.

Cuando volvieron, el Rey se encerró en su cuarto, espantosamente triste y amargado.

Al rato entró la señora Línea a llevarle la sopita de tiza y se preocupó mucho al verlo tan triste.

–Señor Rey –le dijo para consolarlo–, ¿no sabe usted que siempre es mejor cantar y bailar que amargarse?

Cuando la señorita Línea se hubo deslizado por debajo de la puerta, el Rey, que no era sordo a los consejos, dijo:

–Y bueno, probemos: la la la la... Y cantó y bailó un poquito.

Bailando, bailando, bailando, descubrió sorprendido que había dibujado una hermosa Flor Redonda sobre el piso de su cuarto. Y siguió bailando hasta dibujar flores y más flores redondas que pronto se convirtieron en un jardín.

María Elena Walsh.
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